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Planeta gatamutante ( y HAL)

El arrastrar de la silla.

El arrastrar de la silla.

Nos daba clases particulares, el pederasta. Ahora tengo un nombre que darle. ¿Qué edad tendríamos? No llegaba yo a los once, seguro. Uniforme de colegio... y, mientras leía una lección, una mano se posó en mi muslo. La entonación monocorde sufrió un agudo ahogado. Estupefacción infantil, asombro, temor...

Otro día cerca de sus manos. He separado lo máximo posible las sillas de él. Soy la mayor y un instinto protector hace que siente a mi hermano a mi izquierda, junto a la pared. Si me hace eso, puede que a él también. Aquí entra...Otro momento de latidos incontrolados, rogando que no vuelva a empezar esas caricias con esa mano sudorosa . Separo mi silla, separo mi silla, separo mi silla...

Tengo su rostro clavado en mi mente, aunque ya no recuerde su nombre. Tampoco recuerdo cuanto tiempo duró ese pequeño infierno pero, al escribir esto, un desagradable estremecimiento recorre mi cuerpo, aún hoy...

¿Cómo no lo dije? ¿O si lo dije?...Hay una bruma compasiva, mas los sentimientos están para siempre. La vorágine que se abre camino en una mente infantil, y una vergüenza inexplicable, un temor a no ser creído silencia unos labios que están locos por hacer un grito con ellos...

El arrastrar la silla acabó, como acaba todo en la vida. Nada es permanente, salvo las cicatrices.

Hacedme un favor: escuchad a los niños.

3 comentarios

Vinatea -

Me temo que lo encontrarás igual; falta de tiempo, pereza, etc... Lo de siempre, vaya --*

gata -

Gracias por tu buena mirada, Vin. Te devolveré la visita en Las Cenizas de Vinatea mañana mismo! Espero encontrar relatos nuevos :)

Vinatea -

Muy buen relato, Gata; tan bueno, como triste... Reflejas a la perfección el sentimiento de esos pobres críos.

Y entre el temor a denunciar de las víctimas, la nula empatía de los culpables (Que ni siquiera perciben la burrada que han cometido), y el pésimo sistema judicial, el problema persiste... ¬¬