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Planeta gatamutante ( y HAL)

La Señora de lo pequeño

La señora de lo pequeño/3

La señora de lo pequeño/3

5. Remedios sin creencias.


No pudo descifrar el tiempo que transcurrió. En un parpadeo casi, Leah se encontró de pie en la sala comunal del poblado, donde una inmensa chimenea acogía un fuego redentor. Los cuerpos descansaban en una tarima de madera pulida, extremadamente pálidos y sin signos de que respiraran. Se dejó caer sin fuerzas ni saber qué podía hacer. Miró, casi rendida, a su salvadora.

La disidente, que así fue como la nombraron la última vez, acercó el dedo a sus labios, reclamando silencio absoluto al verla desmoronarse. Leah, presintiendo lo que podría suceder a continuación, asintió en comprensión.

No contestó a su gesto. Se inclinó en medio de Malekith y Cyeh, posando ambas manos sobre el imperceptible latido que encontró. La mano izquierda sobre Cyeh y la diestra sobre él. Animó en su despertar a las dos serpientes enroscadas en sus propios brazos, a bajar por ellos al encuentro de esos débiles corazones y los fortalecieran. Siseando muy quedo, a la vez, dejaron de velar a su señora, para acudir a otra calidez moribunda y morder al unísono la carne.

" Lejanos se van sin ver , ciegos y asustados sin ver, sin ver sin...".Los pequeños estaban impacientes y el susurro en la capucha se elevó desorientado.
-Si se alejan los atraeremos-. No pudo evitar una mueca con ironía, ¡usaría luz!. La caza de almas corría en su determinación.
Sacudiendo apenas la liviana manga, de nuevo de entre sus dedos surgió una luz,dos, tres... docenas de luciérnagas diminutas los rodearon sin dejar de oscilar.

"¡Nos ven, nos veeen!" .Atronan el recinto los pequeños asociados, alegres de que la presa no se escape.
Un gesto seco detiene el regocijo. Sabe que no es suficiente, y duda. Vuelve la mirada a la quebrada avatar y quiere decirle que puede abandonar antes de continuar, ofreciendo en esa pausa un remedio para asegurarle de que, tras la pérdida, son llevados donde el Rastreador no pueda tocarlos. Decide intentarlo.

-Leah, has de recordar lo que hacías antes de tu huida, ¡lo que eras!. No puedes esperar que sobrevivan como lo harías tú. Despedaza el interior que te nubla y vuelve a restaurar tu esencia, carente de tiempo-.
-Dama,no creo que ...- Leha titubea.
-Dama?...Ya lo estas haciendo. Despierta o sucumbe-.Volvió la mirada a la pareja.
-¿Continúo?-.
Leha baja la mirada y apuesta sin pensar. Afirma sin hablar.

Suspira profundamente y retira el contacto con los cuerpos. Es hora de escuchar a los pequeños.


6. Los pequeños.


La hueste tiene libertad en su cacería y poder para sanar, condenar o matar. Los pequeños agradecen a su diosa la oportunidad de manifestarse desde lo más profundo. Expresarán el caos que contienen, sin restricciones.
Cuando se arrodilló violentamente sobre la tarima entre ambas cabezas, unos crujidos aullaron en sus piernas, aplastados los pequeños que entraron en contacto con la madera pulida. El sacrificio serviría para iniciar el ritual del contacto, liberando el elixir perlado que ella misma donaba a sus seres al salir el sol, sin distinción.
Extendiendo ambas manos a la vez, con cada dedo índice dibujó un surco hacia cada uno de los Ranh, provocando una incisión profunda en la madera como si fuera arena de la playa a su contacto, canalizando el espeso líquido.
El cabello de Malekith y Cyeh se impregnó lo primero, llegando a la nuca y rodeando el cuello.

Un fogonazo sacudió a la disidente y la inmovilizó. Recibía la invitación mental de los pequeños, en una algarabía de imágenes y sensaciones antiguas con la historia de los Ranh.
Todos los universos cantaban la desgracia de una especie maldita por sus propios actos y que se rebelaron contra la vida. Seres etéreos manipulados y encadenados en la más baja energía y casi ciegos a las maravillas que otras especies podrían disfrutar. Viciados e ignorantes, otrora fueron príncipes del verdadero sentido del discurrir de lo innombrable.

Los pequeños gritaban tan alto que Leah protegió sus oídos y la Dama, como así la llamaba ese avatar, acompañó la cacofonía liberando a las dos parejas de escorpiones que se sujetaban con sus aguijones en sus lóbulos auditivos, evitando que se revolvieran.

"Los niños lo llevan dentro y no saben , no saben y noo son inocenteees".
Ellos decidirían.
En comunión con los propios Ranh.

Leah comprendió demasiado tarde su error. Aunque tuviera que enfrentar al Rastreador no consentiría que los Ranh compartieran el enfrentamiento. Los quería libres, sin ser marionetas de poderes, libres de sus propios semejantes, de sus propias creencias. De sus raíces.
Pensaba absurdamente que si escapaban al destino sellado ya, ella también lo conseguiría.
Era su experimento salvador: Si un Ranh se mantenía lo más inocente que se lograra ...
¿ No tendría ella la misma oportunidad?.

Un hilo de seda, liberado, flotaba en la sala gracias a una brisa que parecía surgir de todas partes. Casi rozaba el suelo, casi ascendía a lo más alto del techo, con una candencia indolente en su recorrido.
En el instante que el filamento la encontró, se enroscó en el cuello de Leah tan apretado que apenas podía respirar. Hizo un ruido de sorpresa y ahogo y se desplomó.


7. Dos mariposas blancas.


Todo convergió en la mente de la Señora de lo pequeño. Era una revelación intuitiva y demoledora.
La velocidad del pensamiento es tal, que la inmovilidad de la ordalía fue mínima a la vez que la completaba.
No sólo uno viajaba en el Orb, también se fusionaba con él. ¡El gran esferoide era consciente!. En un grado que le costaba comprender, interactuaba con la cercanía viviente o existencial del pensamiento. El Orb provocó un cambio de destino debido quizás a la llamada del Rastreador, uno de los agentes más poderosos al servicio de....

"Sin nombres para llamar, no le menciones nnno, nooo".Sus asociados temblaban por el esfuerzo
de contener a su diosa, dispuesta a entregar a la inmerecida con el don de avatar, a su peor antagonista.
Envió aromas de lavanda para apaciguarles y derrumbó su frenesí de un golpe.
-¿En qué pensaba esa Eterna loca, cuando se lo entregó a Leah, el poder, si estaba destinada al fracaso? Todos ellos deberían estar en el olvido, este universo sería más sencillo.-

Sabe ahora que percibió, al pisar este mundo, la consciencia del Rastreador como un impulso. La de ella, fue desesperada. El deseo de salvar a los dos niños era genuino, sin embargo.
El hilo en torno a la garganta se deshizo y Leah se incorporó a la vez que lanzaba una mirada a la informe masa que era ya los cuerpos de los niños, cubiertos completamente de los pequeños bulliciosos. Una especie de capullo que se revolvía y paraba, rítmicamente.

-Quieres de veras cambiar su destino?-.
-Si-.La voz salió sofocada , tenía las cuerdas vocales lastimadas por la presión de la atadura .
-No voy a intervenir con el Rastreador. Lo sabes.-
Una muda afirmación la hizo proseguir para comunicarle la decisión de los pequeños asociados sobre los niños.

-No sabrás que sucederá con Malekith y Cyeh. Lo que no sepas, el husmeador no podrá exigirte que le digas, aunque lo intente por todos los medios posibles-.

Un rictus de dolor sacudió a Leah al escuchar a la disidente. Si, al menos, cuando se enfrentara a sus errores conociera que estaban a salvo, sería su fortaleza y esperanza para afrontarlo, mas si la duda la inundaba...

-Ni siquiera sé que saldrá de esto, ni en que materialidad lo harán.Tú sí que me has obligado a hacer un "experimento", como lo denominas mentalmente. También me has obligado a entrar en el devenir del tiempo y eso no lo olvidaré fácilmente, te lo aseguro. Es un tremendo fastidio-.


-Por favor, no dejes que les alcancen, no permitas que...-. Leah temblaba tanto que sus cabellos despeinados y largos hasta la cintura oscilaban al son del aire helado que empezaba a rodearla.


En el exterior de la casa ya aparecía el Orb para acogerla con sus seres pequeños. No podía verlo pero en sus entrañas brillaba su situación de una manera luminosa. En el dintel de la entrada, se giró para mirar por última vez a Leah.
Sintió una remembranza muy lejana, una imagen desgastada en su memoria y experimentó algo que ya no recordaba . Una debilidad, a la vez que una fuerza de algo mayor. No podría ocultarlo a la hueste diminuta, sus seres internos ya cantaban a las células de su cuerpo lo que habían recordado.

Compasión.

-Me puedo permitir esto-. La envió más que un gesto de mano, en señal de adiós. Satisfecha, bajó los escalones de un salto y desapareció.

Leah,con los ojos cerrados, escuchó un griterío de aves marinas y ya no le rodeaba un aire helado, sino la brisa cálida de un verano. Olió flores en una ladera cubierta de helechos y arbustos repletos de pequeñas campanillas moradas y azules. Silenciosas enredaderas abrazaban los árboles murmuradores de sueños. Y, silenciosas en su baile, las mariposas se posaban sobre frágiles hojas aterciopeladas.
En la última visión que recibió Leah, contemplo una pareja de mariposas blancas y armoniosas en su vuelo, que acudían al encuentro de sus compañeras multicolor.

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La señora de lo pequeño/ 2

La señora de lo pequeño/ 2

Pongo numeración para saber el orden, es que este lugar va al revés.

Imagen: Pintar con el paint ...ufaaaa.

 


3.Rastros de destrucción.


Pasó a través de una grieta gigantesca en las rocas graníticas y ciclópeas, a veces tan estrecha que dudó de su dirección. Siempre podría retroceder o enviar un ser volador de avanzada, mas no tuvo tiempo para decidir. Una luz primero, y muchas más a continuación, iluminaron el final del angosto pasaje. Estaba contemplando estrellas.
La grieta se abría como un anfiteatro a un desfiladero excavado en la pared de aquella imposible fortaleza natural. Sin interrumpir su ritmo de respiración, estudió el emplazamiento. A sus pies, desde el precipicio, la vida reclamaba su atención. Bebió mil aromas y olfateó los sonidos difusos. El calor de la noche la sofocó y el agua ronroneaba secretos de sus habitantes a lo lejos.

"Saboreamos sangre en el aire",dicen los pequeños.
-Lo veo.Es un hilacho que repta. Su olor es inconfundible-.
Tiene que obligarlos a avanzar, a su pequeña hueste, sin culparles por ello y se internan sin desplazar una hoja o ramita suelta, sin un sonido que los delate. Hay una imagen que comparte con ellos: Un Rastreador.

La noche gritó su reinado mientras ella cruzaba el río, dando saltos prodigiosos sobre las rocas para no tocar el agua, que estaba cargada de murmullos moribundos y podían inquietar a los pequeños. Ya los había focalizado y no debían ser distraídos.
Al llegar a la margen opuesta, se detuvo y giró los sentidos, confundida por un momento. ¡Eran dos! Dos llamadas opuestas entre si.
Nada era casualidad. Echó la cabeza hacia atrás y puso los ojos en blanco.La mente computaba y su espíritu agonizaba, al reconocer lo profundos que eran los daños en su designio. Algo se sacudía dentro de su ser y no sabía qué. Y si uno no se conoce completamente,¿cómo puede saber cuales son sus sombras?. Con un gesto violento se enderezó y desechó titubeos. Una aldea. Los pequeños impulsaron sus piernas y comenzó la cacería.

" Los vemos mordiendo sueños, matando infancias, corrompiendo cuerpos " ,le susurran los pequeños, espantados.
-Más rápido-. Les urge, y fortalece sus sistemas con feromonas de dioses guerreros.

Una alfombra de viviente oscuridad se deslizaba hacia la aldea. Millares,avanzaban iluminados por la luz violácea de la luna en su cenit. A veces se formaba una columna formando una figura humanoide, para desmoronarse después y cambiar ligeramente el rumbo. Quizá siguiera la estela psíquica de los tres habitantes , o acaso era un albur espasmódico de la masa animal manipulada.
No dejó de avanzar rápidamente rodeándola, ella llegaría antes a la aldea mortecina. El motivo de su presencia estaba allí, estaba segura de ello.


4. El sueño roto.


Leha escuchó una alarma mental: los niños no estaban descansando en sus camas y un zumbido sordo se introducía en el umbral auditivo. Salió a la plaza y corrió por la estrecha calle en dirección a los límites del poblado. El zumbido se hacía más y más fuerte allí, donde dos bultos estaban en el suelo rodeados de millares de criaturas, en el centro de una corriente que no paraba de dar vueltas y se convertía en un remolino, una espiral demente, avanzando en un círculo eterno hasta que murieran desfallecidas.

Una silueta femenina la abordó, sobresaltándola. Se giró al escuchar una voz tranquila que hablaba reflexivamente.
-No he podido evitar que atacara a los niños. Han sufrido picaduras que envenenan su organismo. El daño en sus espíritus ha sido terrible-.Los miró sin lástima y continuó:
-Algunos de mis pequeños han conseguido inocular un ralentizador hasta que esta podredumbre muera de consunción-.

Leha estaba aterrorizada al ver a los dos últimos Rahn en el centro de aquella pesadilla. Quiso acercarse, mas la detuvo una exclamación enojada:
-Ni se te ocurra interferir, Leha, o los pequeños que se han sacrificado para alterar el camino de estas bestezuelas, guiándoles hasta que mueran de agotamiento sin detenerse en un ciclo sin fin, habrían hecho algo sin sentido-.
-Pero Malekeih y Cyeh...-
-Primero,ellos-. Y señaló la rueda compuesta de miles de vidas esclavas.

Así que...éste era su emisor principal, Leah, que la miraba y no la reconocía. O eran muy importantes esas vidas para este avatar desordenado, del que recibió la llamada, o había sacrificado demasiado en la huida cuando dejó a uno de los Eternos sin agente,en un mundo ya condenado. Deslizó la mirada a los invasores y los inertes cuerpos, lamentando tener que tomar una decisión, pues significaba entrar de nuevo en el discurrir en el tiempo.

" Se quedan sin luuzzzz " .Los niños desfallecen junto a ellos y la exaspera.
-No hay tiempo, sin embargo. ¿Has olvidado el aksara, Leah?-.

"La Sílaba, aksara,ahora ¡ahora!"Sus pequeños, su hueste en uni-mente, prolongan un tono agudo, casi rompiendo sus extremidades al gritar.


Despeja su cabeza de la capucha y decide intervenir definitivamente al ver en lo que se ha convertido el mayor avatar de todos... Lo que pudo ocurrirle a ella. Los pequeños no aguantarán mucho más e inicia el ritmo para el aksara.
-Si recuerdas, la trama sobre la que se teje cualquier cosa (incluso el Eter) es la sílaba. Todo se forma a través de agregaciones de números entre estas moléculas sonoras. Y existe un pasaje misterioso que dice: Esto que para los hombres es un número, para los dioses es una sílaba.*

"Esto que para los hombres es un número, para los dioses es una sílaba".Repiten aliviados en un eco, al sentirla prepararse.
Los pequeños aumentan la vibración de los pies mientras su diosa baila, despojada de la seda, entrando en el aksara y sustentándolo a la vez. Se ha recubierto por completo de asociados y nada de la piel asoma en la armadura viviente que es ahora. Hasta sus ojos están cubiertos con el casi transparente velo gris que los protege. Las tejedoras enredadas en los mechones castaños han elaborado su red cristalina y deslizado por su frente. Avanza danzando y entra en la vorágine condenada, que pretende adherirse a su cuerpo y así escapar de la gravitación que los condena, mas son rechazados, cada vez más cerca de los cuerpos gracias a la Onda, pulsada y primigenia.
Conoce al fin su objetivo, el del Orb. El instante de inflexión se manifestaba imparable; el centro donde yacen los Rahn.
Y entonces, la pronunció.

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termina con la tercera parte.

 



La señora de lo pequeño

La señora de lo pequeño

 Prefacio

Aparece en esta narración la palabra Orb, que designa un fenómeno extraordinario y nuestros ojos no pueden ver, debido al escaso espectro de visualización que poseemos. Gracias a la tecnología, una cámara fotográfica u otro dispositivo puede captar lo que se denominan Orbs, que son esferas flotantes que aparecen en sitios tranquilos.Incluyo una definición que no es de mi autoría, sino de una teóloga llamada Yajnavalky, acerca de otra expresión aquí empleada, Aksara. *

Por último, decir que no consigo no hacerlo. Apelo a vuestra imaginación.

 

1. La llegada

Sobre la oscuridad de la noche se formó otra más inquietante aún, amorfa y sin límites definidos, desde la que emanó un esferoide exhalando ancianidad, cuando no habían nacido las estrellas.

La energía utilizada era un misterio para el ocupante del Orb y no delató su presencia siquiera con un destello, ni ruido, ni vibración... Fue un vacío demente y amable forzado a dar un paso, un remolino de pensamiento frío desde los astros negados, descendiendo hacia los túmulos arenosos y los riscos de aquel mundo. Una voluntad rasgando entre espacios.
Y la sombra con seda maldijo al atravesarlo.

Cuando apareció desde la aparente nada, sus labios se agrietaron de golpe, robada la humedad. Deslizó un dedo por ellos, asombrada, y miró en torno a sí, para cerciorarse de que ningún rastro de vida era testigo de la repentina aparición. Supo al instante que era un planeta desértico, semi salvaje y sus papilas gustativas protestaron mientras enviaba las nuevas condiciones a todo su organismo.
Observó con total atención la reorganización interna de su ser, con la fuerza del presente despertando su cuerpo adormecido.

El sendero, apenas perceptible discurriendo entre los peñascos, siendo generosa en llamarlo así, provocó un exabrupto desalentado; no era éste su objetivo. Algo en su rutina mental de concentración-concepción había fallado.Utilizar el Orb como medio de viajar había sido una osadía. Un robo, además.
La aparición se inmovilizó y cesó de cavilar para observar el entorno, como lo haría un animal.
No captó urgencia ni desafío a su alrededor y comprobó que sus asociados estaban con ella. Los sintió en su coronilla colgados de hilos transparentes y otros, diferentes,entre los pliegues del atuendo. La capucha sobre su espalda osciló dejando escapar un suspiro, deteniéndose después en absoluta quietud. Llevaba en cada oído dos pequeñas parejas adormecidas, que se sujetaban aguijoneando sus lóbulos, asemejando pendientes de azabache y, al comprobar por dentro, sintió más vida que el conjunto total de sus células.

-Todo está bien, en esencia.- Su voz acunaba la marea de lo pequeño, que llevaba consigo. En cada muñeca latía un cuerpo enroscado: la suavidad letal. Revestían los músculos de sus piernas, sobre su piel, un manto inquieto de miríadas negras que costaba controlar, los pequeños más caóticos de todos. Para ellos, pronunció en un tono apenas audible:
-Soy la Señora de lo pequeño.-

Todo movimiento sobre ella se detuvo en un instante. Alzó después la mirada hasta el firmamento primitivo y ajeno que la sostenía, desafiando en sugesto que la invalidara, mas pareció que las luminarias titilaban al unísono , un latido de luz en conjunción, un estallido multicolor para iluminar su aquiscencia.
Acomodó su vestimenta, con las dos bolsas que siempre portaba equilibradas sobre el cuerpo. Recordó el principio de la máxima y olvidó el final:"Si lo inesperado acontece..."
Sin rumbo entonces,ya que no esperaba ese destino ni momento, simplemente empezó a descender hacia el valle que adivinaba, sin prisa .
La atmósfera tranquila era una invitación demasiado atractiva y permitió a la engañosa ensoñación su entrada. Evocó el principio e intentó recordar. Tenía un nombre originario, que ella misma negó poco apoco. También tenía otros nombres, sin conseguir atarla, porque el recuerdo nombrado era un engaño producido por el tiempo.

Repentinamente hizo un quiebro para no pisar una vida posada en la arena y se detuvo, complacida. Sacudiendo una manga, entre sus dedos asomó una luciérnaga que iluminó un surco diminuto en la arena, pero al descender la pequeña luz zumbante, ella ya no detectó vitalidad alguna.
-Qué extraño-.Musitó una sílaba desconocida y esperó en vano.
El terreno se allanaba poco a poco y la vegetación , aunque rala y escasa, se presentaba cada trecho. A pocos pasos, un arbusto espinoso enraizaba junto a unas piedras planas y decidió esperar allí mismo hasta el amanecer. Debía meditar acerca de este nimio incidente.
Jamás un ser pequeño había escapado a su escrutinio mental. Nunca . Excepto en...

Sentada en la losa granítica, los recuerdos afloraban desde distancias inimaginables,donde el tiempo ya carece de reglas y dudaba de la misma realidad evocada. La imagen perenne de un refugio fresco en una tierra abundante y generosa, con el murmullo incansable de las aguas, sumergieron a la disidente con suavidad en un perenne recuerdo. Casi podía tocar helechos y mariposas en un edén al borde de un mar bravío, oler campanillas de color del cielo vencido, con una banda dorada robada al sol en sus pétalos, sonriendo a las brumas inesperadas que adormecían los espíritus inquietos al amanecer,para despedirse después apacible y cansadas...
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La primera oleada de calor y la luz implacable la despejó completamente en su asiento de piedra. Los pequeños estaban por el terreno, explorando y volando, saboreando la vida púrpura y verde, esperando pacientes.Les chasqueó un saludo casi inaudible y un coro cacofónico contestó.

Se desnudó completamente, alimentándose así de fotones y aire limpio, de los mismos elementos. Con parsimonia, de la bolsa gris sacó una jarrita de cristal de roca con una sustancia ambarina y bebió un sorbo. Tras saborearlo, de una caja de madera blanca extrajo una barra delgada con forma heptagonal, plateada . En un compartimento interior se encontraba un cuchillo diminuto de filo diamantino, con el que rascó pequeñas esquirlas y las introdujo en su boca. La vida interior lo recibió alborozada y respondieron, actuando al unísono para ella.

El líquido ambarino provocó que su piel exudara diminutas gotas perladas y cerró los ojos, dispuesta para la comunión que iba a suceder a cotinuación. Exultante, llamó a sus huestes diminutas. Cada criatura fue llamada con una sílaba distinta. Cada gota libada reforzaba la unión. Los ojos llamearon a través de sus párpados y detuvo la respiración, esperando la oleada.

Cuando terminaron, acogió de nuevo las perforaciones en ambos lóbulos de sus orejas,se enroscaron en sus brazos los suaves cuerpos y las piernas , de piel color de tierra nueva, se cubrieron de nuevo. Sacudió el pelo de su cabeza , enredando los hilos de seda y rompiendo otros para que no fueran demasiados. Contenta, sin rebeliones, una repentina necesidad de apresurarse la impulsó a saltar y correr entre las piedras, dejando el infame camino a un lado.
Sentía una débil atracción en dirección al sol que asomaba enfurecido, una llamada sin mensaje. Aunque no estuviera dirigida a ella, pues no reconocía el ritmo, acudiría.

 

2. La aldea en el oasis profundo.


Era una rareza, aquel mundo. Aparentando ser inhabitable, poseía un tesoro escondido. Pareciera que la vida se hubiera concentrado en un único lugar, desmereciendo el resto. La belleza exuberante y el aparente caos desbordante en la vida vegetal abrazaba las riberas del río, que aparecía desde una gruta en la montaña y descendía poderosa, jubilosa en su arrastre. La corriente desaparecía nuevamente, después de germinar un vasto jardín salvaje, escondido entre cordilleras abruptas.

-Malekeih, vamos al río! -
El joven levantó la cabeza y respondió sin ganas.
-Cyeh, ya lo ves, no he terminado.-
La pequeña le ayudó a recolectar mientras parloteaba, y una pulla de Malekeih provocó una carcajada divertida. Los niños se encontraban en el campo de frutales, al sur del poblado. Donde miraran, los árboles,fragantes, mecían sus hojas murmurando ritmos alegres.

En el límite del vergel una sombra sonrió. Tan satisfecho reaccionó el Rastreador al descubrir el emplazamiento que si no dejaba escapar saliva era por estar tan vacío, siendo las risas e inocencia su manjar favorito. Sólo de escuchar sus timbres desde el escondrijo, una corriente vital pareció sustentarle. Hedía insoportablemete. Asemejaba un viejo de múltiples trenzas canosas, con arrugas profundas en su faz,sin disimular en su rictus el ansia por entrar hasta la aldea. El aroma de armonía casi no le dejaba sostener su peso, tanto le temblaban las piernas.
Vió a los niños regresar, resoplando por el peso de las canastas llenas de frutos,estremeciéndose ante la pérdida del joven y la risueña Cyeh. Casi rompe su cadena interior y va tras ellos, pero el condicionamiento le ató, por muy poco, a permanecer sin mutar. Inspiró sin aire y se conformó. Había tenido buen instinto. Lanzó su consciencia y envió una risa regocijada y carnívora, sabiendo que antes del anochecer se liberaría por completo.


En ese momento, en la casa situada en el centro del poblado ahora silencioso, dentro de una habitación sin ventanas y embadurnada entera con ceniza fría del ara, Lahe recostaba la espalda en un tronco seco, acomodada encima de una gruesa estera trenzada con cáñamo. Una candela suspendida del techo en el centro de la estancia fijaba sus ojos brillantes y oscuros a la llama oscilante, en la petición de ayuda que enviaba desesperada , agotadas ya todas sus demandas a cualquier poder conocido.
El Rastreador estaba muy cerca y un espasmo la sacudió. Soñaba, sin bajar los párpados, el futuro. El sueño que no era sueño la atormentaba,sabía de un poder atenazando su existencia, aún siendo quienes eran. El orgullo de los adoptivos Rahn la envolvió por un instante,fortaleciéndola, contagiada de su esencia. ¡Eran los...! Estuvo apunto de gritarlo en voz alta y detuvo el pensamiento, la misma respiración, espantada. Leha comprendió que no había servido de nada la huida y el pánico la desbordó por un instante. No podían iniciar un nuevo éxodo, estaban agotados.

Murmuró un desafío al Rastreador, dentro de una disculpa a sí misma:
- Viejo husmeador, hemos sido ingenuos, simplemente-. Habló en voz alta, intentando ahuyentar la comezón que vibraba en su coronilla y espantar el ahogo de su corazón.

 
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Primera parte  del  relato surgido en el Versus 9, con la imagen de las mariposas que elegí, de dos posibles. Conseguí la imagen un día del verano pasado, sabiendo que quizás, si puedo volver este año ya no estén ni las mariposas, ni los helechos, ni los árboles...

Continuará