La quietud.
Imaginaos estar en una cumbre montañosa con una vista sin igual y los rayos de sol incidiendo en el atardecer...la imagen (no imaginada), en un nuevo desafío desde El universo de las palabras perdidas.
La quietud.
Miró sin curiosidad la vida vegetal a su lado mientras se imbuía del poderoso silencio, alrededor suyo. Una sensación extraña recorría todo su cuerpo, ante la falta de estímulos auditivos. Su mentor de conducta diría que era un momento de paz, pero no era cierto. Era la tranquilidad que precede al caos desatándose.
Una parte en su mente, muy pequeña, supo que estaba en un lugar exquisito, nunca hollado por pisadas ni artefactos, pero no pudo apreciar el regalo que se ofrecía a su vista. No podía degustar la pureza del aire, su transparencia fresca. Las lentes se adaptaron al rayo solar que acarició sus ojos ocultos, en ese momento del atardecer moribundo. Pensamientos que nunca hablaron quisieron establecerse en su córtex, pero fueron reprimidos como una guadaña afilada con sangre.
La inacción puso en marcha el mantra básico y empezó a mover sus labios mudos.
"La vida nos hace creer que los otros mueren primero. Sobrevivir es no llevar más carga de la que soporten tus músculos, esto es código incrustado básico. La vida es un lapsus en el tiempo..."
Una brutal explosión zumbó en sus oídos y dejó la letanía inacabada.
-Va, a la mierda, ¡ya llegan!.
Apuntó los fásers al firmamento, apagando el transmisor de un manotazo y después los sensores de dolor, con alivio.
Un ciborg asesino soportaba mal la quietud.
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