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Planeta gatamutante ( y HAL)

Nadie me dijo que era una playa nudista.

Nadie me dijo que era una playa nudista.

Nadie me dijo que era una playa nudista... Para qué me dijo entonces que llevaba un bikini para mí, cuando me vió, nada más entrar yo de vuelta del job? Pero no vamos a cuestionar a la amiga impulsiva e inesperada, no (un par de veces al año no hace daño).

-Quienes vamos? le pregunto mientras pillo una toalla y le suplico que al menos me deje ir al baño un momento, un momento! Y de paso ponerme mi propio bikini, hombre ya! que veo que hoy no me escapo. Vale, dice que somos cuatro (y dos perrillos), y conozco a tres. Semos peligrosas, verás...

-Las escaleras, Tiene escaleras.

En este punto, al oírla, miro mis pies en las chanclas (de revista) y pienso que en llano, pase , pero nada más. Y se me ocurre algo:

-Y , qué tal son las escaleras malditas, para bajar descalza?

-Ah! bien... (Palabrita de amiga masoquista, deducí después).

Llegamos, por fín, tras bronca de "........"por llegar cuarto de hora tarde a recogerla frente a el edificio de hacienda (a quién se le ocurre quedar ahí?) y, horrorizadas, vimos que estaba petado el aparcamiento. La suerte sonríe a los locos y justo un coche dejaba un hueco. Las ruedas rechinaron cuando lo declaramos nuestro y frenamos a lo montañés. Voy de copilota y casi beso la grava al bajar del coche. 

Dioses de los guarrazos, esto es un acantilado. Las escaleras, una putada (no puedo llamarlas de otra manera) y cualquiera confiesa ahora mi temor a los acantilados, jo. 

Empiezo el descenso yo misma, a qué retardar lo inevitable, mientras dejo mis pies desnudos para empezar, que así me siento más segura. Quién se puede fiar de chanclas de revista? Estoy tan concentrada en no perder mi equilibrio que sólo levanto la cabeza cuando veo  que piso arena y piedras. 

Así de sopetón, al levantar un poco la vista (tras mis gafas anti sensibilidad fotónica) pensé que eran dos piedras redondeaditas lo que veía justo al terminar las escaleras y otras casi igualitas al lado . Mis pies pensaron que era el mejor camino y allá que avanzó uno, todo decidido. 

Menos mal que mi cerebro emitió un aviso paralizante y me quedé en una incómoda postura, congelada, a punto de posar mi huella allí. Eran dos culetes morenos...

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no sé si continuar, aunque no hubo bajas.




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