las extrañas gafas
Me pusieron aquellas extrañas gafas y los ví, estaban entre nosotros. Aterrorizada, me las quité bruscamente recordando las palabras del extraño con bata blanca:
-Una vez tu cerebro procese inconscientemente la visión, no las necesitarás para percibirlos…
Mas yo decidí portarlas, con un impulso fatalista, quizás.
Ha pasado mucho tiempo, desde aquella primera vez. Tenían razón; recuerdo la sensación que tuve al distingurlos entre la muchedumbre, una desolación que jamás ha sido descrita, una crispación interna que aumentaba el desasosiego de mi columna vertebral y dejaba en mi mente un único pensamiento:
No pertenecen aquí. No son hijos de la Tierra.
Lo más terrible es que supe que yo, tampoco.
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