el secuestro
Una niebla cubría su instinto y reprimió la intención de una dentellada en dirección a los bultos borrosos alrededor suyo.
La inyección administrada en el cuello no fue perfecta. La aguja se deslizó algunos milímetros y el líquido salió rumbo a una zona del cerebro a traves de una pequeña vena, que le transformaría horriblemente.
Imágenes mentales se abrieron paso en su mente felina. Y su cerebro conoció en un instante el proceso de pensar hilvanadamente. Y supo lo que eran esos bultos que le rodeaban y cómo pensaban.
Entonces, el también lo hizo, y pensó. No sólo eso, también leía sus intenciones;
La niebla se hacía más y más espesa, pero no olvidó hacer una promesa aterradora y vengativa, tras la revelación:
Estaba en el dentista!.
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