La ventana cerrada.
Una gaviota en la ventana y una hormiga en la taza, en las primeras luces de la mañana. Qué cosas, me alejo de los humanos y se acercan otros. Pues vale.
Tengo pruebas de la gaviota en imagen*, con sus ojos azules y todo (eso me sorprendió, pensé que serían marrones, los ojos de las gaviotas), a veces me falta imaginación en algunos detalles.
Lo primero, un buen graznido a las siete de la mañana, que eso despierta bien cuando doy mi primer sorbo al café, en la sala...atisba entre el visillo de la cocina y golpea el cristal con el pico. Aunque me llamo como me llamo, no me gustan las aves. Y punto. Así que llevo dos días sin abrir la ventana, no sea que se cuele. No es manera de resolverlo, lo sé, pero no tengo dardos tranquilizantes por aquí.
De la hormiga, no tengo pruebas más que la visual mientras hacía el movimiento definitivo e imparable de beber media taza de café de golpe...supongo que me la tragué, no la vi al fondo de la taza.
Aunque involuntario, ese devorar, espero que me tomen como su "Gatactus" y no vengan más. De verdad, no quiero ser amiga tampoco de las hormigas.
*Mejor no pongo la foto que le hice, solo le faltaría hacerse famosa!
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